El hilo rojo infinito de las madres

Día de la madre

El amor invisible que vincula a madres con los hijos

El hilo rojo del destino es tan poderoso que acaba uniendo a quienes la naturaleza no señaló. El vínculo que une a madres e hijos puede haber sido esbozado en la biología o puede nacer del amor invisible trazado en un hilo rojo indestructible. Madres e hijos se acabarán encontrando porque sus almas estaban destinadas a encontrarse y reconocerse. Almas que se conocen tras nueve meses de espera o tras años de buscarse y el hilo se acaba tensando y los corazones acaban latiendo al mismo compás.

Más adelante la vida dirá…

Asimismo Existen tipos de madres como tipos de hijos y aun así, el hilo sigue tirando; ¿Está llorando? Lo dejo llorar, no lo dejo llorar. ¿Tendrá fiebre? Pecho o biberón. Lo cojo demasiado, lo cojo demasiado poco. ¿Un potito? ¡Nada de potitos! Estoy muerta de sueño. No come lo suficiente. Me duele la espalda ¿Pasará frío? Será el calor. Todavía no habla, y todavía no camina. Se ha caído, deja que se levante… El hilo siempre resiste a la infinidad de preguntas que nos hagamos.

Las madres tirarán fuerte de ese hilo rojo

Madres que pasan noches en vela pendientes de su llegada, de sus pesadillas reales o imaginarias según la edad. Madres que lo fueron sin quererlo. Madres que queriendo, no pudieron. Madres arrepentidas. Madres devotas o madres pasotas. Madres que llegan y madres que siempre llegan tarde. Madres cansadas. Madres hermanas. Madres abuelas. Madres guerreras. Todas pendientes del hilo: que no se enrede, que no se anude, que resista hasta que ellos crezcan…

Se hacen mayores pero los desvelos no desaparecen y las madres confían en que el hilo hará que ellos no se pierdan. Además las madres seguirán tirando del hilo para devolverlos a casa a pesar de que los hijos afilen tijeras para cortar el hilo. No podrán. La adolescencia los hará creer que no necesitan la madeja, la ocultarán, la ignorarán pero llegará el día que la buscarán de nuevo. A esos niños no les molestará el abrígate, el manda un mensaje cuando llegues, el no te metas en líos.

Luchar es apellido de Madre, pero también Guiar o Regañar.

Y llegan las preguntas que hacen saber que tampoco se hizo tan mal. ¿Mamá qué te parece? ¿Qué opinas? ¡Mamá mira! Y mamá comprende y mamá acompaña y mamá consuela. Saben que ellas siempre están, para lo bueno y para lo malo. Sean perfectos o perfectamente imperfectos. Orgullosas siempre, temerosas también. Que no se tuerza, que lo supere. Ponen el hombro, dan la mano, limpian las lágrimas. El hilo tira.

Las madres bordan de hilo rojo las alas de sus hijos

Y se van y vuelan solos porque ellas los enseñaron a volar. Armaron sus alas con hilo rojo y confían en su camino. Van volviendo, van llamando y en su vuelo encuentran compañía. Otros hijos, otras hijas, de otros y ahora de ellas. Acogen, abren los brazos, siempre caben más, siempre hay corazón para más.

Nunca esperan nada a cambio. Ni siquiera el primer domingo de mayo. El premio es una sonrisa, el logro es un abrazo, el orgullo es saber que, aun pensando que se podía haber hecho mejor, ellos siempre lo saben. Saben que se ha dado todo, que se ha hecho lo imposible. Cuantas lágrimas y frustraciones, de disfraces infantiles, hechos a mano o comprados. Esas eternas extraescolares y de ir corriendo siempre de un lado para el otro. Saben del ahorrar y del remendar. Saben que nunca estarán solos. Lo saben convirtiéndose en padres o sin hacerlo. Y como lo han vivido, buscan cómo devolver lo recibido.

Pero es imposible porque el amor de madre es infinito. Quizás sí haya un regalo especial para demostrar ese agradecimiento vestido de amor. Quizás sí.

Un día se sorprenden al verlas caminar más despacio de lo que solían hacerlo, su piel ya no es tan tersa y algo de nieve decora sus cabellos. Un día descubren que el tiempo pasa. Quizás alguien ahora las llama abuelas pero madres siempre. Y ahora miman y ahora consienten y ahora disfrutan. Antes corrían tras unos, ahora caminan tras otros. Otro amor infinito, otros hilos rojos que cuidar. Más meñiques unidos por caminos eternos de color carmesí. El hilo rojo del destino existe y tiene forma de cordón y plata. Envuelto con amor puede ser enviado allá donde se quiera que decore a madres y abuelas.

Y a pesar de nunca esperar nada, ellas se sabrán amadas.

Isabel Cánovas

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El Regalo

El equipo del hilo rojo del destino ha diseñado una pulsera que simboliza la leyenda. Con un broche en plata de ley, con los meñiques entrelazados y unidos por un cordón rojo.
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